Las agallas son un mecanismo de defensa de las plantas. Son el equivalente de los tumores para un animal. Las agallas contienen un porcentaje elevado de taninos. Podemos reconocerlas cuando vemos excrecencias o formaciones extrañas. La explicación es lógica, las plantas secretan taninos cuando se sienten atacadas y estos hacen que las partes afectadas sean tóxicas, de sabor acre y muy desagradable. Así, arboles y arbustos principalmente, se protejen de muchos insectos, hongos y bacterias.

Lo interesante para nosotros, los que teñimos con plantas, es que los taninos tiñen (no todos de manera muy visible) y ayudan a fijar colores de tintes. En mi búsqueda de taninos locales observé lo que los amantes de la jardinería conocen muy bien: las agallas de forsythia. La forsythia es un arbusto de flores amarillas que da la señal de que la primavera ha comenzado. Me gustan mucho porque con su color intenso alegran cualquier jardín. La forsythia crece muy fácilmente y aparte de una poda anual no necesita más cuidados.

Las agallas de roble son las más conocidas y utilizadas pero hace tiempo que había observado las formaciones anormales en los tallos de la forsythia de mi jardín. Cuando hice búsquedas para documentarme solo encontré información sobre como eliminarlas o tratarlas. He leído de todo: desde cortar las partes afectadas hasta la desinfección de la planta y hay quienes las incineran y desinfectan todo el terreno. Felizmente también hay gente que decía que las agallas de forsythia no son el fin de la planta y en general no hay que hacer nada. La planta tiene algunos bultos raros pero nada más.

Lo que yo hice fue cortarlas las que había en nuestros arbustos. Las envolví en un trapo y las molí usando un martillo. Quería conocer de manera aproximativa el contenido de taninos de estas agallas. Utilicé el 10% del peso de tela de algodón que iba a teñir. En mi cacerola de tintes puse a calentar el polvo de agallas con agua y esperé una media hora. Después introduje la tela y la dejé cerca de dos horas (creo que fue un poco más).
La dejé secar. El color obtenido no era muy vivo.

Como tenía ganas de hacer algo un poco creativo corté una hoja de hortensia y con un rodillo de esponja le pase acetato de fierro a la parte de las nervaduras. Luego presioné con otro rodillo la hoja donde quería estampar la forma. Lo hice varias veces. Esperé a que seque y me decidí a darle más variedad a la tela con una técnica shibori muy simplificada. Envolví una rama seca con la tela y la amarré dándole vueltas en más de un sentido. Sumergí entonces la rama en acetato de fierro casero por unos minutos y le di la vuelta varias veces.
La dejé secando un día. Cuando la abrí noté que se habían formado diseños y también se podía apreciar la forma de las hojas.

Para sacar conclusiones creo que tendría que repetir el experimento, no pienso que la capacidad tintórea de las agallas de la forsythia se compare a la de bellotas. Sin embargo no deja de ser valioso que haya usado agallas que estaban realmente a mi disposición y que además se consideran un defecto o un problema estético grave para la planta.
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